The Longin (El anhelo) es la canción que abre el último disco, el segundo, de este exótico artistas de voz de trueno y perfil egipcio. Sahar es un disco muy recomendable, casi necesario para estos días en los que las nubes atraviesan las miradas y empapan el cerebro de cosas tristebonitas. «Escúchame, sigue esta llamada, sé que me ves…». Así reza parte de un estribillo curativo. Así me lo explicó, con toda la pasión del mundo, mi amigo, mi gran amigo Javier Castellanos, acá Salvador Tóxico. Manu, me decía, siempre que escucho esta canción lloro. Lloro y me acuerdo de ti. Me acuerdo de ti y de tu dolor y pienso que esta canción puede curarte. Ayudar, más bien. ¡Ay!, querido Javier, tengo una historia de las lágrimas entre manos pero solo las puedo escribir, no las puedo llorar. La química no me deja. Eso no quiere decir que no sienta, todo lo contrario. Es cierto que no puede ser más bonita una canción y más triste y luminosa a la vez. Una llamada a la luz envuelta en la voz de este joven compositor, músico e interprete arropado por el bajista de Radiohead, Colin Greenwood. Una voz nueva, de 25 años, pero adulta, nacida para hacer que te desarmes de una sacudida. Su música es una filigrana hecha con arreglos de pop melódico con toques arabescos. Hay laudes, hay guitarras con arpegios a lo maestro Rodrigo como esta que nos ocupa y, sobre todo, hay sentimiento en cada una de las notas, vocales o musicales, de este disco otoñal. Gracias, Javier…

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