«Que todos los días sean días de nieve y que el autobús nunca llegue, nunca llegue…», «Corrí contra todas las voces roncas, contra todos los buenos hijos…», «Yo estaba ahí cuando todos bailaban, mojaban el dedo, se creían eternos. Yo estaba en el baño aguantando la puerta con mi espalda mientras les besaba la lengua…», » Y el balón casi se desinfló…», «Me vestiré de negro y gris, me subiré encima de ti…»

No es nuevo. Hablar de acoso (escolar, de pareja, de jefes, de jefas, de machos alfa…) siempre ha sido, y desgraciadamente será, un buen argumento para la lírica de una canción. Canciones que buscan soltar lastre, en muchos casos, de la víctima; canciones que denuncian lo sufrido en la propia carne o en la de otros; canciones protesta de bocas antes selladas por el miedo a ser descubiertos por pensar, sentir o amar diferente. La peste del siglo XX que uno creía normalizada, allá por los 80, y por la que sufría en silencio pensando que es lo que me merecía por ser maricón. Pero no solo sufrí cierto acoso escolar por eso. Digo «cierto» porque cuando sus piedras me herían la frente yo las devolvía, siempre que mis acosadores vinieran de uno en uno. Eso me convirtió en acosador, en cierto modo, porque practicaba lo mismo con otros compañeros más débiles. Así me vieron fuerte y así abandonaron su presa, poco a poco. Pero vino la adolescencia y un trabajo de verano con un jefe que me odió a primera vista. Un desgraciado que casi consiguió que me colgara de un andamio. Aquí el maltrato era diario, cruel, negro como su sombra, fétido como el humo de su puro, terrorífico como su mirada y el rencor que le tenía (D.E.P) al mundo aquel hombre con aspecto de duende tenebroso. Miedo a él y miedo a mis padres a los que nunca me atreví a decirles que me estaban matando en vida; que el hecho de no salir con mis amigos no era por cansancio, que era por miedo, por tristeza. Ese pánico a fallar a mi familia, a no ser el machito resolutivo que ellos querían, me hizo trizas y lo arrastré durante muchos años y con otras historias que serán contadas en otro momento.

Por eso, hoy quiero recopilar algunas de las canciones que hablan de esos terrores vividos y más vivos que nunca en la actualidad, porque el XXI también sigue impregnado de esta lacra tan sucia, cruel y cobarde. No hay día que no se lleve a cabo un ataque homófobo, que no nos echemos las manos a la cabeza por el suicidio de niños y adolescentes; de asesinatos de mujeres en manos de sus parejas; de personas a medio hacer muertos en vida...Canciones que hablan de acoso y maltrato y que nos han tocado, muchas veces, miles de veces, el corazón.

Mecano-El Balón (1983)

De su disco, ¿Dónde está el país de las hadas? Una cara b que escondía una denuncia sobre un chico al que todos trataban como una pelota que es golpeada por familia, amigos y novia. Dentro de la «inocencia» de una letra típica del menor de los Cano se vislumbraba un intento de suicidio por no aguantar más la presión. Un balón que casi se desinfla y que aquí se trató como algo superficial ya que el envoltorio musical podría encajar mejor en una canción que hablara de fiesta, risas y amores de verano. Pero así eran los Mecano de los 80. En este disco hubo más canciones protesta: No aguanto más (sobre los abusos carcelarios) o la salud mental de Un poco loco. La historia de Focas ya es otra cosa…

Reina-Miss Caffeina (2019)

De esas canciones que te hacen llorar y mucho. De esas joyas que escuchas una y otra vez y de la que nunca de cansas porque es tú. Aunque es la historia, muy personal, de Alberto Jiménez, uno puede verse reflejado en todas y cada una de las estrofas, que son aristas afiladas. La vuelta al lugar donde nunca fuiste feliz con el propósito de enmienda, de exorcizar demonios, con la cabeza bien alta y pregonando al mundo que gracias a tus golpes, hoy soy quien soy.

MERICHANE-Zahara (2021)

De su aclamado álbum, PUTA. La primera en la frente y en el pecho para la ubetense que roza la perfección en un disco que habla de ella y nada más que de ella. Este primer single recoge todo el sufrimiento de la cantante, productora y, sobre todo, compositora. Una de las mejores letristas del país. MERICHANE (palabra inventada cuyo significado es puta, según la propia artista) es una recopilación de dolores que ya se iniciaron en la escuela y que atravesaron todo el océano de su juventud y madurez. Acoso escolar, abusos, sexo no correspondido, ansiedad, enfermendades mentales y desordenes alimenticios que han llevado a Zahara a ser lo que hoy es, unos guantes de boxeo, no el saco en el que todo el mundo pegaba sus miserias. Zahara tiene un enorme reto por delante y es el de su próximo disco. Ver cómo ha evolucionado tanto dolor y en qué lo ha convertido.

Negro y Gris-Conmutadores (2017)

De su disco homónimo, el primero que esta banda sevillana interpretó íntegramente en castellano. Negro y gris es, como su título indica, la canción más oscura de aquel disco. Un tema que tiene nombre y apellidos, que habla de mobbing laboral y de esa certeza que uno tiene a los 16 años de que todo va a cambiar, que la tortilla se dará la vuelta y que el acosador será vencido, como así fue. Palabras que se dicen a pecho descubierto y un deseo de venganza que nunca llegó a cumplirse…o sí.

Días de nieve-Algora (2021)

Es la canción que abría su disco, Pódium. Otro de esos álbumes exorcistas y, posiblemente, una de las mejores canciones de toda su carrera, estos Días de Nieve. Algora se desarma entero en una oda al miedo de un niño que no quiere ir a clase porque no es como los demás quieren que sea. Es mejor morir que enfrentarse a los demonios de la escuela, a esos destripadores de cuchillas físicas y psíquicas. Un poema sonoro para aquellos que no nos dejan dormir y que no saben que el daño que hacen de pequeños es proporcional, en muchos casos, al que luego exigirán de adultos.

Hay muchas más, claro que sí. Está el caso de La puerta violeta de Rozalén; María se bebe las calles de Pasión Vega; el Langui y sus valientes o, por qué no, aquel Ramito de Violetas de la eterna Cecilia. Y es que no hay nada peor que sentirse sola estando acompañada, de vivir con alguien que no sabe decir «te quiero», que no te acaricia, ni te regala su vida. Entonces, estas cosas eran «normales» porque el hombre tenía la potestad sobre la mujer y el matrimonio y lo de ser cariñoso era una mariconez…

2 respuestas a “El bullying en el pop español”

    1. Avatar de Manuel Jiménez
      Manuel Jiménez

      Gracias, guapísimo

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